EL PROCESO ROMANIZADOR TERRITORIAL y JURÍDICO DE GALLAECIA* Luis Rodríguez-Ennes Sumario: . 1.- Razones de la conquista romana: auri sacra James. 11.- Los diversos avatares del Noroeste peninsular en el proceso de organización territorial del Imperio: 2.1 Advertencia preliminar; 2.2. Política urbana y demográfica, 2.3. La reforma provincial de Augusto, 2.4 La Hispania Nova Ulterior Antoniniana, 2.5. Epílogo: la provincia de Gallaecia. 1.- RAZONES DE LA CONQUISTA ROMANA: AURISACRA FAMES Desde los albores de su historia, la riqueza minera de la Península Ibérica suscitó la codicia de todas y cada una de las potencias hegemónicas del Mediterráneo. De ahí que sea harto difícil hallar un autor clásico que en punto al suelo hispánico no destaque de un modo elocuente la abundancia de metales preciosos, entre los que el oro ocupa un lugar privilegiado por su valor real y simbólico l . Para los griegos del siglo VI y V siglo a. C., Iberia era un lugar de misterio y magia. Ya para Homero, los Campos Elíseos que acogí an a los héroes al término de sus vidas, se encontraban en el fin del mundo, refrescados por el viento occidental procedente del gran océan0 2 ; y cuando en la primera mitad del siglo VI el poeta lírico Estesícoro quiso encontrar un lugar apropiado para la manada del tricípite titán Gerión, robada por Hércules en uno de sus trabajos, lo halló en una isla a poca distancia del río Tartesos, que los antiguos identificaban con el Guadalquivir 3 ? En estos relatos míticos, la riqueza de la región formaba parte de sus maravillas. Estesícoro describe el río como "ilimitado con un fondo de plata", y para Heródoto, que escribió en la segunda mitad del siglo V, el reino de Tartesos, en el que había gobernado durante ochenta años el rey Argantonio, era sinónimo de prosperidad 4 ? Estas narraciones tienen el sabor de la leyenda, pero a partir de ellas se crearon las imágenes mentales de tierras lejanas y nació la idea --en parte verdadera y en parte mítica- de la Península Ibérica como fuente de riquezas, especialmente en minerales. A este respecto, puede resultar sig- * La presente investigación ha sido desarrollada al amparo del proyecto: Proposta para unha refor ma do Dereito Civil de Galicia a partir da experiencia histórica, PGDIDIT02C5039902 PR, financiada por la Xunta de Galicia. 1 Cfr. al respecto, RODRÍGUEZ ENNES "Las explotaciones mineras y la romanización de Gallaecia, en Estudios de Derecho Romano en memoria de Benito María Reymundo Yanes 11 (Burgos, 2000) p. 305 a 327. 2 Hom, Od. 4, 563-569. 3 Estesícoro, n° 184,57 (PGMF); Str., 3, 2, 11. Acerca de estos textos vid: RICHARSON, "Una tie rra de provisión", en Hispania romana desde tierra de conquista a provincia del Imperio, J. Arce (ed.) (Madrid, 1997) p. 67 ss. 4 Hdl., 4, 152. 705 Luis Rodríguez-Ennes nificativo cómo para un alejado aliado de Roma en Oriente, tal era el pequeño reino judío de los asmoneos 5 , la razón de la conquista de Hispania por Roma habían sido fundamen talmente sus enormes riquezas en metales preciosos, oro y plata. Noticia ésta procedente de la embajada enviada a Roma por Judas Macabeo en el 165 a. C. 6 ? Existieron, pues, poderosas motivaciones económicas en la conquista militar de Hispania. Parece cada vez más claro que la principal ganancia que el erario público obtenía de Hispania provenía de la explotación de los riquísimos veneros -principal mente argentíferos- del Sudeste peninsular, de las áreas de Cástulo, Cartagena y Huelva, dada la tardanza en la implantación, desde un principio, de un sistema regular de impuestos 7 ? En este sentido, el testimonio de Polibio parece muy claro, siendo para él la riqueza del subsuelo hispánico la razón principal de la eudaimonia del país 8 ya que el rendimiento argentífero era muy superior al botín de guerra obtenido por los generales romanos en ese mismo períod0 9 ? Y un tópico semejante debería estar muy presente en los discursos de Posidonio y Estrabón que, muy posteriormente, nos transmite Justino 1J ? Aunque no faltan autores que señalan como causa promotora de la primera expe dición romana a Gallaecia la necesidad de proteger a la Lusitania de las incursiones galaicas 11 , constituye un lugar común conferirle un papel preeminente al auri sacra 5 Se trata de una familia piadosa que luchó por establecer la unidad religiosa y el culto tradicional de Jerusalén [Cfr. Nuevo diccionario de la Biblia, G. Wigoder (ed.) s. v. "Macabeos" (Barcelona, 2001) p. 494]. 6 Mac. 1,8,3-4: "Le contaron [a Judas Macabeo] todo cuanto [los romanos] habían hecho en la región de Hispania para hacerse con las minas de oro y plata de allí, cómo se habían hecho dueños de todo el país gracias a su prudencia y perserveramcia, a pesar de hallarse aquel país a larga distancia del suyo" [hemos manejado la traducción de L. A. Schokel- J. Mateos, Nueva Biblia Española (Madrid, 1975) p. 132]. La narración, recogida en el "Libro primero de los Macabeos", apócrifo de la Biblia y deuterocanónico para la Iglesia Católica, abarca cuarenta años, desde la de Antíoco Epifanes, el año 175 a. C., hasta la muerte de Simón, a quien sucede Juan Hircano, en 134 a. C. Se escribió en hebreo, pero sólo se conserva en una tra ducción griega. Su autor es judío de Palestina y ha compuesto su obra después del 134, pero antes de la toma de Jerusalén por Pompeyo el 63 a. C. Las últimas líneas del libro (16, 23-24) indican que fue escrito hacia el final del reino de Juan Hircano, como fecha más temprana,.probablemente hacia el año 100 a. C.. Es un documento preciso para aquel tiempo siempre que se tenga en cuenta el género literario, imitación de las antiguas crónicas de Israel, y las intenciones del autor [NAKUKKIS, "Estudio introductorio al Libro I de los Macabeos", en Biblia de Jerusalén J. A. Ubieta (ed.) I (Madrid, 1975) p. 579]. 7 Recientes estudios acerca del sistema fiscal creado por Roma en la Península Ibérica parecen demos trar la ausencia durante bastante tiempo de una recaudación impositiva anual y fijada previamente. Así las cosas, un sistema desarrollado de imposición -vectigal certum- no se habría instaurado hasta bien entrado el siglo 11 a. C. --como mínimo hasta después del 178- siendo sustituido anteriormente por muy irregulares requi siciones de bienes de consumo y de metal amonetado -argentum oscense- según las variables necesidades ad hoc del ejército [Cfr. CRAWFORD, "The Finantial Organization of Republican Spain", en The Numismatic Chronicle and Journal 01the Numismatic (NC) (1969), p. 7-93; RICHARDSON, "The Spanish Mines and the Development of Provintial Taxation in the Second Century", en JRS 66 (1976) p. 139-152]. 8 PoI. 34, 8, 4 Y9, 3. De acuerdo con el testimonio polibiano, las minas argentíferas de Cartagena --en su momento las más productivas con mucho de Hispania- hacia el 140 a. C.r~presentabanpara Roma una ganan cia de 36,5 millones de sestercios anuales [sobre este texto, vid.: GARCIA MORENO, De Gerión a César. Estudios históricos y filológicos de la España indígena y romano-republicana (Alcalá de Henares, 2001) p. 200] 9 Según KNAPP, partiendo de datos que él obtiene de Tito Livio, la cifra del botín de guerra entre el 206 y el 169 apenas alcanzó el 15% de los ingresos obtenidos por la explotación minera [Cfr. Aspects 01 the Roman Experience in Iberia 206-1000 B. C. (Valladolid, 1977) p. 167-169]. 10 Just., 44,3,4-9: Gallaecia autem portio Amphiloci dicuntur. Regio cum aeris ac plumba uberri ma, tum et minio, quod etiam vicino flumini nomen dedito Auro" quoque ditissima, adeo ut etiam aratro Ire quenter glebas aureas excidant. Sobre este texto, vid.: GARCIA BELLIDO, España y los españoles hace dos mil años (Madrid, 1968) p. 102. 11 Así, para LOMAS SALMONTE, es la deficiencia en la dieta alimenticia lo que les obliga a esas "periódicas primaveras sagradas" a tierras más prósperas. El merodeo y el pillaje están en el enfrentamien to entre Roma y estos pueblos [Cfr. Asturia prerromana y altoimperial (Gijón, 1989) p. 223]. Posteriormente, BRAVO BOSCH, Evolución histórica y régimen jurídico de las explotaciones mineras en la Gallaecia romana (Ourense, 1945). p. 65 ss. 706 Anuario da Facultade de Dereito fames 12 ? y ello debe afirmarse sin ambages habida cuenta delos relativamente numero sos testimonios que nos confirman la explotación regular de los yacimientos auríferos con anterioridad a la presencia legionaria 13 ? Según Estrabón, en el N. de la Península ibérica abundaba la plata, el estaño y el oro blanco mezclado con plata 14 . El mismo geó grafo heleno, siguiendo a Posidonio 15 , afirma que entrelo ártabros "florecen" esos mine rales. Si se admite que la fuente principal del pasaje estraboniano en este caso es Posidonio, habrá que situar el texto entre la segunda mitad del siglo 11 a. C. y los pri meros años del 1 a. C.16. El antiguo camino tartésico sobre el que posteriormente discu rrirá la "vía de la plata" en realidad, es el itinerario de penetración de las modas en orfe brería desde el Sur hacia el Norte y de obtención del oro galaico 17 ? Es muy elocuente Silio Itálico cuando afirma que en el Noroeste peninsular había oro nativo que arrastra ban los ríos Duero y Limia 18 . Con todo, el texto más expresivo y, por ende, conocido -aunque quepa tacharlo de hiperbólico- es de progenie pliniana: Metallis plumbi ferri aeris argenti auri tata ferme Hispania scalet, citerior et specularis lapidis, Baetica et minio sunt et marmorum lapicidinae 19 ? Si del ámbito de las fuentes literarias pasamos al de los analistas contem- 12 Vid. al respecto. DOMERGUE, "Les explotationes auríferes du nord-ouest de la Péninsule Ibérique sous l'ocupation romaine", en La minería hispana, p. 151, ID., "Pénsinsule Ibérique dans l'Antiquité", en Legio VII Gemina (León, 197 ,p. 253 ss.;lD., "La mise en valeur des gisements d'alluvions auriferes dunord-ou~stde I'Espagne dans l'Antiquité: une technique d'explotation romain. En CAN 12 (1971) p. 563 ss.; SANCHEZ PALENCIA, "Romischer Goldbergbau im Nordwesten Spaniens", en Der Auschnitt 2-3 (1979) p. 38 ss. 13 Bibliografía actualizada en EIROA, Nociones de Prehistoria General 2 (Madrid, 2003) p. 619-620. 14 Str. 3, 147. 15 Ibid.: "Entre los artabroi que habitaron en lo más lejano del Septentrión y del ocaso de Lusitania, el suelo tiene, según dicen, eflorescencias de plata, estaño y oro blanco mezclado con plata. Esta tierra es arrastrada por los ríos y las mujeres, después de haber amasado la arena, la lavan en tamices tejidos en forma de cesta. Tal es lo que aquel Poseidonios ha dicho sobre los metales". 16 SCHULTEN, Fontes Hispaniae Antiquae 6, p. 3, LASERDE, Strabon (Geographie) París 1966. 17 BLÁZQUEZ, "Fuentes literarias griegas y romanas referentes a las explotaciones mineras en la España romana", en VI Congreso Internacional de minería I (León, 19 ) p. 12. 18 Sil. Ital., 1, 234-236. La vida de este poeta de origen aristocrático se desarrolló durante el siglo I d. C. Bajo Nerón alcanza el consulado en el 68 y llega a ser procónsul de Asia -verosílmilmente en el año 77-. Más tarde, se retira de la política y de la oratoria y compone en su vejez las Punica, única obra suya que conocemos. De sus datos biográficos no se infiere que hubiese estado en Hispania y mucho menos en Gallaecia. Junto a Virgilio, Lucano es importante para Silio desde un doble punto de vista: como poeta his tórico para la explicación ético-filosófica y como autor de ricos excursus geográficos para el aspecto "macrocósmico" del poema. También Silio da prueba de especiales conocimientos geográficos, que consti tuyen un contrapeso a la introvertida profundidad filosófica. De su gran poema épico forma parte, además de la introspección, la mirada abierta al mundo, el gran ojo de Homero, que es para Silio el fundador de la poesía cósmica. El romano trata de estar a la altura de Homero mediante una erudición geográfica de tipo helenístico que lo vincula a Lucano [Cfr. , para su vida: Who was Who in Roman World, D. Bowder (ed.), (Oxford, 1980) s. v. Silvius Italicus, p. 198-199; para su obra: ALBRECHT, Silius Italicus (Ámsterdam, 1964); para sus fuentes geográficas: NESSELRATH, "Zu den Quellen des Silio Italicus", en Hermes 114 (1986) p. 203-230; NICOL, The Historical and Geographical Sources Used by Silius Italicus (Oxford, 1936): SAN1;INI, La cognizione del passato in Silio Italico (Roma, 1983); ID., Silius Italicus and his View ofthe Past (Amsterdam, 1991). 19 Plinio., N. H. 3, 3, 30. A diferencia de Silio Itálico, Plinio el Viejo sí estuvo en Gallaecia ya que constituye un hecho -históricamente comprobado- su desempeño de cargo del procurator metallorum en Asturica Augusta durante el año 73 [así se infiere del propio testimonio pliniano en N. H. 3, 28. Sobre la procúratela de Plinio, cfr. SYME, "Pliny the Procurator", en HSCPh 73 (1969) p. 201-236; más información en PFLAUM, Essai sur les procurateurs équestres sous le Antique Empire romain (París, 1950) p. 46]. Como ha señalado CISNEROS CUNCHILLOS: La administración de minas y canteras es similar y ambas pueden aparecer agrupadas en el término latino metalla, como se puede comprobar en la lex metallis vipas censis, los investigadores que han estudiado esta lex están de acuerdo en afirmar que en ella se hace refe rencia a minas y canteras. Además, en C. Th. 10, 19 se recogen bajo la denominación de metallis et meta llaris diversas disposiciones legislativas relativas a los marmora. Por lo cual-conc1uye- se hace conveniente 707 Luis Rodríguez-Ennes poráneos, las frases empleadas para describir las riquezas mineras de nuestro suelo no son menos encomiásticas. Así, Frank considera que Hispania "was the most productive mining country of the ancient world"20 y Charlesworth cree que "in its total mineral walth Spain was the richest province of the whole Empire, both in the variety and in the quantity the metals it contained"21. Así las cosas, aparte de la precitada auri sacrafames, las primeras expediciones romanas no tuvieron otra explicación que la búsqueda de metales de alto interés estra tégico como el estañ0 22 , cuya abundancia en nuestro suelo está fuera de toda duda, estu viesen o no próximas a las costas galaicas las legendarias Cassiterides 23 ? Como es sabi do, la riqueza estannífera de Galicia era conocida ya desde muy antiguo, al menos desde la Edad del Bronce, pues no en vano ocupa esta región una posición cercana a las cos tas atlánticas, a lo largo de las cuales discurría la gran ruta del estaño hacia Bretaña, una revisión de los textos referidos a España que aludan a minas y metales, ya que si seguimos los estudios económicos realizados sobre la Península, en ninguno de ellos observa este matiz del término metalla [Cfr. "Consideraciones metodológicas para el estudio de las canteras de mármol en Hispania a partir de un texto de Plinio N. H. 3, 3, 30", en Actas 1° Congreso Peninsular de Historia Antigua 1 (Santiago, 1988) p. 262 263]. Por lo que hace a Gallaecia, las piezas marmóreas -pocas en número comparativamente- de nuestro suelo están fabricadas en piedras locales de la cantera de Incio en la sierra del Caurel (Lugo). Gran parte de las esculturas y de las lápidas galaicas están hechas en granito fino de Porriño [Cfr. Historia de España. Dirigida por D. Ramón Menéndez Pidal, 11,1 España romana (218 a. C.-454 a. C.). La conquista y la explo tación económica p. 380-381]. 20 FRANK, An Economic-History ofRome (Nueva York, 1962) p. 360. 21 CHARLESWORTH, Trade Routes and Comerce ofthe Roman Empire (Hildesheim, 1961) p. 176. 22 El estaño -hasta entonces- era transportado por vía marítima. Estrabon nos relata los repetidos intentos por parte de los romanos para conocer y controlar los centros productores de estaño mantenidos en secreto por los fenicios gaditanos y cuya ruta -según el propio geógrafo griego- fue descubierta por Publio Craso, padre del triunviro, en tomo a los años 96-94 a. C.: "Los habitantes de las islas Casitérides viven, por lo general, del producto de sus ganados, de un modo similar a los pueblos nómadas; poseen minas de esta ño y plomo y los cambian, así como las pieles de sus animales, por cerámica, sal y utensilios de bronce que les llevan los comerciantes-, al principio este comercio era explotado únicamente por los fenicios desde Gadir, quienes ocultaban a los demás las rutas que conducían a estas islas. Un cierto navegante al verse per seguido por los romanos, que pretendían conocer la ruta de estos emporios, encalló voluntariamente por celo nacional en un bajo fondo, donde sabía que habían de perseguirle los romanos habiendo logrado salvarse de este naufragio, le fueron indemnizadas por el Estado las mercancías que había perdido. Los romanos, sin embargo, tras numerosos intentos, acabaron por descubrir la ruta de estas islas, siendo Publio Craso quién pasó primero y conoció el escaso espesor sIe los filones y el carácter pacífico de sus habitantes" (Cfr. Geographie 3, 5, 11). Sobre el texto qARCIA Y~ELLIDO,La Península Ibérica en los comienzos de su historia, Madrid, 1953 p. 210 Yss; BLAZQUEZ-DIAZAGUILERA, "Las Casitérides y el comercio de esta ño en la Antigüedad", en BRAH 57, 1965, p. 165 Y ss. 23 Para GARCÍA Y BELLIDO, Las Islas Kassiterides o Cassiterides, así llamadas por la abundancia de estaño (Kassiteros en griego) no tuvieron en la Antigüedad una localización fija, aunque parece que fue ron las Británicas. En un principio se las suponía cercanas a la Península por la parte del Noroeste, es decir, de Galicia; así en el mismo Estrabón se las describe, no en el capítulo dedicado a Bretaña, sino en el libro 3, dedicado a Iberia (3,5, 11), donde dice que están hacia los ártabros, en alta mar. Esta confusión tiene su fundamento en que también Galicia, Asturias y el N. de Portugal fueron ricos en explotaciones de estaño que, como el mismo Poseidonio dice, era fácilmente recogido de la superficie, o en las arenas de los ríos, por decantación. Sin embargo, la alusión al comercio con Marsella indica que se trata de las de Bretaña fran cesa, o de las Islas Británicas -Comualles- (Cfr. España y los españoles hace dos mil años, cit., p. 89). Contra, C. Torres para quien "aunque se ha discutido mucho sobre la situación de las Cassiterides, verdade ro Eldorado de la antigüedad, no cabe duda de que Estrabón las coloca en la región gallega: pues habla de ellas al hacer la descripción geográfica de España y dice que "están más alejadas de Roma que los mares de Bretaña". Luego no se trata de las Islas Británicas o de sus cercanías. Las costas o islas gallegas, es induda ble que están a más distancia de Roma que el mar de Bretaña; por tanto es muy verosímil que se pudiese en ellas adquirir el estaño, bien porque lo extrajesen de las minas naturales del país, desde tiempos muy leja nos, siendo como en otros casos, más famosos en la leyenda que en la realidad" (Cfr. "Conquista de Galicia por los romanos antes de las guerras cántabras", cit., p. 22). Sobre la situación de las Cassiterides, vid., entre otros, además de los cit. en la not. Precedente: MONTEAGUDO, "Casitéride", en Emérita 18, 1950; C. TORRES, "Las Kassitérides", en GEG 4, 1945. 708 Anuario da Facultade de Dereito Irlanda, etc. Todavía en el mapa metalogenético confeccionado por el Instituto Geológico y Minero de España los yacimientos estanníferos galaicos ocupan el primer lugar de la Península y figuran entre las áreas de máxima producción mundiaF 4 ? Sin duda, pues, la explotación minera de Gallaecia fue la causa dominante de la conquista de su territorio, merced a la expedición del cónsul Décimo Bruto en el 137 a. C. 2 5. Con todo, el Epítome de Historia de Roma de Eutropi0 26 coloca el triunfo de Bruto sobre galaicos y eusitanos conjuntamente con el triunfo de Escipión sobre los numanti nos en 133, pero esto daría a Bruto una duración increíblemente larga en el mando de la Ulterior. Otras fuentes -incluido Festo, contemporáneo de Eutropi0 27 -sitúan entre la campaña de Bruto y la de Escipión, un cónsul Sila que pacificó a los insurgentes en Hispania. Puesto que están completos los fasti de la Citerior correspondientes a estos años y que no hubo novedad entre los gobernadores, este Sila tiene que haber sucedido a Bruto en la Citerior como praetor pro consule. Sólo la mitad de los pretores (calcu lando seis por año) de la parte central de la década de los años 130 ha sido identifica da. Uno de estos pretores puede ser P. Sila, que había sido monetalis (oficial de acuña ción) en la década de los años 140 o en los primeros años de la 130 28 ? Por su parte César, que había prestado servicio en la Ulterior como cuestor iuris dictio en el 69, volvió a esta provincia como gobernador en el 61. Buscando al mismo tiempo gloria militar para continuar su carrera y botín para pagar a sus acreedores, hizo la leva de una tercera legión y lanzó una campaña relámpago contra los lusitanos y galaicos y, con la ayuda de una escuadra conquistó la costa atlántica hasta Brigantium (A Coruña) y saqueó incluso las ciudades que le abrieron las puertas 29 ? Al igual que Décimo Junio Bruto en los años 130, según parece, César no dejó guarniciones tras de sí para consolidar el territorio recorrido, pero su victoria fue suficiente para obtener el consulado en el año 5930. Hay que reseñar, no obstante, que las fuentes históricas en punto a las campañas contra los galaicos son muy escasas, hecho éste que contrasta notoriamente con las abundantes notas referidas a los motivos inductores de las expe diciones militares contra cántabros y astures 3 !. 24 INSTITUTO GEOLÓGICO Y MINERO DE ESPAÑA, Mapa metalogenético en E. E. Adaro de Investigaciones Mineras. 25 Entre los escritores greco-romanos que aluden a la campaña, vid. Str. 3, 3, 2.; Plut 3, 21, 3; Flor. 2, 17,22, Ovo Fast 6, 12; Vello 40, 7, 7; Ampd. 19,4; Oros. 5,5, 12. Este último es el que nos proporciona más detalles precisando que en la batalla decisiva contra los galaicos hubo 50.000 muertos, 6.000 prisione ros y que tan sólo unos pocos pudieron huir quamuns in eo proelio L milia occisa, sex milla capia referun tur; pauci fuga evasserunt (lbid.),. Schulten califica tales cifras de exageradas, a su juicio quizás reflejasen el número de muertos en toda la campaña (Cfr. Fontes Hispaniae Antiquae 5, p. 139). Con todo, Floro com para la resistencia de los galaicos a la de Numancia (Cfr. 2, 17). Bruto recibió los honores del triunfo por su victoriosa incursión en tierras ignotas y temidas, mereciendo el cognomen de Callaicus. Ovidio en los Fasti lo celebró en estos versos Tunc sihi Callaico Brutus cognomen ab hoste Fecit, et hispanum sanguine linxit humus, donde con suinnegabl~vena poética alude a la gran efusión de sangre que produjo la campaña. Vid. sobre Décimo Junio Bruto: MUNZER, s V. Iunius en RE 11, 1918,57, 1.202. Sobre la expedición, en parti cular, C. TORRES, "Conquista de Galicia por los romanos antes de las guerras cántabras", en Boletín de la Universidad de Santiago de Compostela 56. 1951-52, p. 10 Y ss. 26 Eutr., IV, 19. Sobre este texto, vid.: CURCHIN, España romana. Conquista y asimilación, trad. esp. Calonge Ruíz (Madrid, 1996) p. 565. 27 Fest.., Brev. V. 28 BROUGHTON, The Magistrates ofthe Roman Republic 2 (Clevenland, 1950) p. 29 Suet., Jul. 18, 54; Dión, XXXVII, 52-53; Plut. Caes. 11-12. 30 Vid., al respecto, además de la literatura cit. en la nt. 25: FORNI, "L'occupazione militare roma na della Spagna nord-occcideptale", en Legio VII Gemina, p. 208; SYME "The Conquest of Nord-West Spain", in ibid., p. 87; RODRIGUEZ COLMENERO, Galicia meridional romana (Bilbao, 1977) p. 41-42. 31 N. SANTOS, El ejército y la romanización de Galicia (Oviedo, 1988) p. 25. 709 Luis Rodríguez-Ennes En época augustea, tres regiones de Hispania tenían todavía que ser conquista das, Cantabria, Asturias y Galicia, aunque a la guerra que comenzó en el año 26 se le denomina generalmente con el primero de estos nombres. No está claro saber en qué medida el inicio de las hostilidades fue realmente provocado por los cántabros o fue más bien un acto de agresión romana. Sin embargo, Dión 32 y Plutarco 33 citan a estos pue blos entre varios grupos tribales que causaron perturbaciones en 29 a. C., mientras Floro 34 los hace responsables de incursiones frente a sus vecinos en la zona romana. Aún así, es difícil creer que Augusto no pusiera sus ojos en los ricos recursos minerales del noroeste, con los que los nativos habían estado produciendo durante largo tiempo colla res, brazaletes, diademas y otras piezas de joyería de oro. En efecto, un depósito ocul to de orfebrería de oro y plata en Arrabalde (Zamora) se ha asociado plausiblemente con la invasión de Gallaecia por Augusto 35 ? El testimonio de Floro es paladinamente claro al respecto: inmediatamente después de la pacificación del N.O. empezó la explotación intensiva de las minas de oro con los prisioneros de guerra 36 , de tal forma que los indí genas capturados en las guerras cántabras fueron vendidos en subasta con la condición de que ninguno sería manumitido antes de veinte años aparte de la obligación de explo tar las minas 37 , dada su situación de dediticii 38 ? No es de extrañar, en vista de ello, la tre- 32 Dión, 51, 20, 5. 33 Plut., Moralia, 322, c. 34 Flor. 2, 33, 47. 35 RADDATZ, Die Schatzfunde der [berischen Halbinsen vC?,m Ende des diritten bis zur Mitte des ersten Jahrhunderts vor Chr. (Berlín, 1969) p. 172-177. MARTIN VALLS-DELIBES DE CASTRO, "Hallazgos arqueológicos en la provincia de Zamora" en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología 47 (1981) p. 153-155.. 36 Flor. 2, 33, 59-60: [taque Augustus exerceri soli iussit. Esta hipótesis es más defendible que la señalada por Plinio (N. H. 3, 29, 24) de que la búsqueda de minerales en otros lugares obedecía a que un antiguo senadoconsulto prohibía extraer metales en Italia. Con razón afirma DE MARTINO: "PUÓ darsi che questo provvedimento contenessse norme limitatrici e forse a queste ultime allude la non testimonanza pli niana con le parole resparmiare I?Italia". [Cfr. Storia economica di Roma antica (Florencia, 1980) p. 161]. 37 BLÁZQUEZ, Fuentes literarias, cit., p. 199. 38 El nombre de dediticii se aplica, en primer lugar, a ciertos peregrini que forman una categoría especial, la peor de todas, y están sometidos a las más duras condiciones en razón de haber sido derrotados tras haber resistido con las armas en la mano. Como cláusula principal del tratado de anexión al poder roma no, debían entregarse a sus vencedores sus armas, sus ciudades, su territorio y sus bienes -urbem, agros, aquam, terminos delubra, ustensilia, divina humanaque omnia- [Cfr. Liv., 1,38; 4, 30; 5, 27, 6,;28; 7,31; 8, 1, 9, 20; 28, 34; 36, 28; 37,45; 38, 23; 40, 41; Caes., Bell. gall 1,27; 2, 32, 3, 21-22, Plaut., Amph 1, 1,70, 102; Val. Max., 6, 5, 1; Polyb. 20,9, 10; 26, 2; Theoph. 1,5]. Se puede destacar, sobre todo, que la suerte de los dediticii no era exactamente idéntica; así, los que trataban de resistir con las armas hasta el último momento eran tratados con mucha mayor dureza que los que se rendían inmediatamente después de la ocu pación de su territorio [Liv., 2, 17; Caes, Bell. Gall. 2, 32]. Ordinariamente era enviada una guarnición roma na a las ciudades conquistadas [Liv. 38, 37]. Empero, podemos hallar en la historia el ejemplo de algunos pueblos que, sin haber sido vencidos, consentían en descender a la categoría de dediticios únicamente para obtener la protección de Roma frente a sus enemigos; tal es el caso de los pueblos de Campania y de Lucania [Liv. VII, 30]. Inmediatamente después de la sumisión, Roma determinaba la condición del país conquista do y de los habitantes vencidos. Las más de las veces perdían su libertad y se les imponía un cierto número de cargas tales como los tributos, un servicio militar y otras conforme a una ley de anexión -lex deditionis llamada deditionis foedus en algunos pasajes. Esta lex deditionis distinguía claramente a los dedicticios de aquellos otros pueblos con los que el Senado había concertado un verdadero tratado -foedus y nunca lex [Liv, 4, 30: Aequorum legati foedus ab senatu cum petisserit et pro foedere dedictio ostentaretur, indutias annorum octo impetraverunt; Aul. Gel., N. A. 10. 3: Hucine tandem haec omnia reciderunt, ut cuius Romanus in provincia populi Romani, in oppido foederatorum, abeo, qui beneficio populi Romani fasces ac secures haberet, deligatus in foro virgis caederetur. La categoría de peregrinos dedicticios les fue otorgada a grupos de barbari admitidos bajo el imperio, en el interior de las fronteras. El tipo primitivo de su condi ción se encuentra en la colonia de Carteya, fundada durante la República el 170 a. C. de la que pasan a for mar parte los niños nacidos de las uniones de soldados romanos con mujeres hispanas dediticias (Liv., 43, 3). Esta fue una colonia de dediticias sine conubium con los romanos -ex militibus Romanis et ex Hispanis mulieribus, cum quibus conubium non esset-. Cuando los bárbaros vencidos se rendían a discreción eran 710 Anuario da Facultade de Dereito menda resistencia ofrecida por numerosas poblaciones que conocedoras del triste desti no que les esperaba si eran hechos prisioneros, preferían suicidarse o ser pasados por las armas a caer sometidos bajo las águilas romanas. Expresivo, al respecto, el relato que Tácito nos testimonia acerca de la arenga que Calgakus, jefe de los caledonios diri ge a sus compatriotas antes de la batalla con los romanos 39 ? Más paladino aunque sólo fuere por razones de proximidad geográfica --es lo que cuenta Floro 40 a propósito del asedio al Monte Meduli0 41 , durante las guerras cántabras: "En último lugar4 2 , el asedio del Monte Medulio, al que rodeaba unas quince millas sin interrupción, vigilado constantemente por la presencia de soldados romanos. Cuando los bárbaros se dieron cuenta de su extrema situación a porfía se apresuraron a buscar la muerte en medio de banquetes, por el fuego, el hierro y el veneno, que allí se obtenía de los árboles llamados tejos, previa la operación de exprimir las piñatas coci das. Así la mayor parte se libraron de la servidumbre que, a la sazón, se consideraba peor que la muerte para aquellos indómitos luchadores". admitidos en masa en la provincia con sus familiares, o individualmente. En el primer caso el tratado de sumisión regulaba su permanencia y su condición (lex deditionis,foedus); en el segundo, la orden del empe rador o de su delegado fijaba la posición de los dediticios, que ordinariamente eran vendidos o atribuidos a las ciudades o a los individuos. La categoría de los peregrinos dediticios desapareció poco a poco y Justiniano abolió sus últimos vestigios (1, 5, 2) Codo Iust. 7, 5 De dedito Lib.) [Cfr. GAYET-HUMBERT, S.V. dedicticii, en D S 10 (1892) p. 45 ss.; más modernamente: MODRE, "Dediticius, dediticiorum numero, dedi ticius, en Archiv für offentliches Recht 11 (Friburgo, 1900) p. 81 ss.; SCHULTEN, s. v. dediticii en RE; SHERWIN-WHITE, The Roman Citizenship 3 (Oxford, 1973); LEVI, "Praeter dediticios", en PP 29 (1974) p. 153 ss.; BRAVO BOSCH, "La Constitutio Antoniniana: una reflexión subjetiva", en Dereito. Revista Xurídica da Universidade de Santiago de Compostela 8 (1999), p. 71 ss.]. Por contra, elfoedus suponía una sumisión pacífica y una cierta alianza entre los dos pueblos, el romano y el indígena, respetando Roma la autonomía autóctona con el poder de emitir moneda, la exención del servicio en las legiones, la jurisdicción y el derecho a recibir a los exiliados. La alteración de las cláusulas del convenio o su violación por parte de los indígenas llevaron a los romanos a sentirse liberados del compromiso, exigiendo la rendición sin condi ciones. [Cfr. HUMBERT, S. V. Foedus, en D 5 (1896) p. 1208 ss.; LEMOSSE "La position desfoedarati au temps du droit classique", en Studi Volterra 2, p. 147 ss.; CIMMA, Reges socii et amici Populi Romani, en PURODR 50 (1976), LURASCHI, "Foedus. Ius Latii. Civitas. Aspetti costituzionali della rommanizazione in Transpaduna", en SUPA29 (1979)]. 39 Según Tácito, Agric. 31, Calgakus les indicó a sus compatriotas que en caso de derrota serían muertos o convertidos en esclavos y no dispondrían ni de la tierra, ni de las minas ni de los puertos: neque enim arva nobis aut metalla, aut portus sunt quibus exercendis reservemur. 40 Flor. 2, 33, 50. Orosio realiza una narración de los hechos en términos parejos: "Por otro lado, los lugartenientes Antistio y Firmio sometieron en singulares y duros combates las partes más alejadas de Galicia, las cuales, sembradas en montes y bosques, terminan en el Océano. Asediaron efectivamente, mediante la construcción a su alrededor de una fosa de quince millas, el monte Medulio, que se levantaba sobre el río Miño y en el que se había fortificado una gran multitud de personas. El resultado final fue que, cuando esta raza de gentes, cruel y feroz por naturaleza, comprendió que ellos eran insuficientes para aguan tar el asedio e incapaces de aceptar un combate, se suicidaron por temor a la esclavidutd. Se mataron en efec to casi todos a porfia, con fuego, hierro y veneno" (Cfr. Adv. pago 6, 21, 7-9). Para C. TORRES, la coinci dencia casi literal se explica porque ambos historiadores han utilizado como fuente las Décadas de Tito Livio que, desgraciadamente, se han perdido [Cfr. La Galicia romana (La Coruña, 1982) p. 85]. 41 La ubicación del Monte Medulio, aunque discutida en punto al lugar concreto, era con seguridad en Gallaecia a orillas del Miño como indica el propio Orosio en el texto cit., en nt. anterior. Sobre el tema, C. TORRES. Ibid., p. 88 Y ss. con profusión de bibliografía y fuentes. 42 Según SCHULTEN, Fontes Hispanae Antiquae, p. 137 con las palabras "último lugar" Floro se limita a expresar el orden cronológico de la narración. 711 Luis Rodríguez-Ennes 11.- LOS DIVERSOS AVATARES DEL NOROESTE PENINSULAR EN EL PROCESO DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL IMPERIO 2.1. Advertencia preliminar. Ante todo, hemos de poner de manifiesto que la reducción de nuestro estudio al ámbito espacial de la Gallaecia romana es convencional ya que, como ha indicado D'Ors, sus límites pueden ser fluctuantes porque no hay que olvidar que ya la idea de limes territorial no es muy fuerte en la mentalidad romana, por el mismo hecho del no estatismo, es decir, del no territorialismo típico de los romanos 43 . Un ejemplo ilustrati vo de lo reseñado lo constituye la noticia del cronista Hydacio referente a que el empe rador Teodosio nació en Cauca (Coca) en la Gallaecia 44 , lo que equivale a situar ellími te sur de la provincia extremadamente lejos45. Por lo que hace a la línea divisoria orien tal, Orosio afirma en dos ocasiones que cántabros y astures formaban parte de Gallaecia 46 y que la ciudad de Numancia estaba ubicada en el limes de la provincia 47 . Se han dado diversas soluciones a este problema de los límites de Gallaecia pero ninguna plenamente satisfactoria. Convencionalmente por Galicia romana (Gallaecia) no entendemos únicamente el territorio comprendido en las circunscripciones provin ciales actuales, sino el correspondiente al conventus Lucensis y al Bracarensis y al Asturicensis en parte, que rebasaban a la Galicia actual, penetrando en el N. de Portugal hasta el Duero y en zonas de las provincias de León y Asturias, es decir, el territorio que desde la época dioclecianea se conoce como provincia de Gallaecia. En punto a la denominación, sabemos que en el año 238 existió un legatus Augusti pro praetore pro vinciae (Hispaniae cite) rioris et Callaeciae 48 , de lo que se infiere que el nombre de Gallaecia relega con carácter definitivo al de Asturia que -hasta esa fecha- era el que designaba en primer lugar la procuratela del N. O. peninsular 9 ? La titulatura de 43 D'ORS, "La evidencia epigráfica de la Galicia romana", en Primera Reunión Gallega de Estudios Clásicos (Santiago de Compostela, 1981) p. 125, donde añade: "Tenían éstos un poderoso sentido del espa cio, pero este sentido prodigioso para concebir y medir el espacio, incluso con medios técnicos muy imper fectos, eran compatible con una cierta tendencia a la imprecisión de los confines. Es sabido que el concep to de limes, como frontera exterior del Imperio, nunca ha sido muy determinable sobre los mapas. Ello se explica porque el poder del gobierno romano se sentía como eminentemente personal, y por ello mismo dependía del posible control efectivo, de la possessio del espacio. De ahí la facilidad con que estos "límites" de frontera con los pueblos extraños pudieran avanzarse o retraerse según las circunstancias del poder efec tivo, sin que en ningún caso de sintieran esos cambios provisionales e imprecisos como transferencias de dominio. Pero este mismo vale también para las divisiones internas de las provincias, entre ellas y entre los conventus que las integraban (...). En fin -concluye, tampoco de los fluctuantes límites de la Gallaecia pode mos tener una idea muy precisa. 44 Hyd., Chr. 2. Theodosius natione Spanus de provincia Gallaecia civitate Cauca a Gratiano Augustus apellatur. C. TORRES demostró que Cauca debe identificarse con la actual Coca -Segovia- (Cfr. "Límites geográficos de Galicia en los siglos IV y V", en CEG 14, 1949, p. 379). 45 Para ALBERTINI, Hydacio utiliza de modo abusivo e impreciso el término Gallaecia al hablar de la patria de Teodosio [Cfr. Les divisions administratives de l'Espagne romaine (París, 1923) p. 121]. 46 Oros, Adv. pag. 6, 21; 2: "Los cántabros y astures constituyen una parte de la provincia de Gallaecia por la que se extiende hacia el norte una prolongación de la cordillera pirenaica siguiendo al Océano. 47 Ibid. 5, 7, 2; Numantia... in capite Gallaeciae sita, ultima Celtiberorum. 48 L'Annee Epigraphique, 1929, n° 158. 49 En el CIL 2, 2.477 aparece una referencia a un tal Lucio Arruntio Máximo que en el año 79 fue procurator Hispaniae Citerioris Asturiae et Callaecia. 712 Anuario da Facultade de Dereito Gallaecia obedecía sobre todo, al hecho de que ésta había adquirido una preponderan cia cada vez mayor sobre Asturia a lo largo de los decenios precedentes 5o ? No cabe, pues, constreñir la Gallaecia romana a los actuales linderos de la comu nidad autónoma que ha heredado su nombre. Dicho en otros términos, es hasta cierto punto lógico que en aras de un sentimiento nacionalista se pretenda identificar la Gallaecia romana con la actual, pero carece de sentido trasplantar ese mismo espíritu a una provincia romana que no coincide exactamente con la moderna 5l ? Filólogos e historiadores parecen convenir mayoritariamente en el origen roma no del término "provincia" y en el carácter -hoy harto peyorativo- de conquista y ven cimiento que tiene la locución latina (por mor o como consecuencia de una victoria con quistadora pro vincere 52 ? Durante bastante tiempo, el vocablo en cuestión se aplicó en el lenguaje oficial, solamente a aquellas regiones en que se realizaban operaciones béli cas 53 pero, con los siglos, el primitivo carácter de "territorio conquistado" fue cediendo en favor del de "gobierno territorial" y llegó a ser sinónimo de éste, por lo que el tér mino "provincia" pudo utilizarse para designar una circunscripción o división del terri torio de un poder generalmente político, pero que también pudo ser religioso o juris diccional. Tras la conquista militar y la sumisión consiguiente, Roma procedía a ordenar jurídicamente el distrito mediante una ley de provincia (lex provinciae), que contem plaba tanto las atribuciones del magistrado encargado de su gobierno, como el status legal del territorio y la organización de las ciudades correspondientes. A tal efecto el. Senado solía enviar una comisión de diez senadores, quienes de acuerdo con la autori dad militar, establecían mediante esa ley el régimen jurídico de la circunscripción 54 ? El texto de nuestra lex provinciae no nos es conocido, pero cabe observar que desde el 197 a. C. los territorios peninsulares no constituían ya una única provincia sino dos -la Citerior y la Ulterior-, con lo que es posible que la ley delimitara las fronteras de una y otra, o bien incluso que la comisión dictara leyes distintas para esas dos provincias ya diferenciadas. Ambas recibieron los nombres de Citerior y Ulterior tal vez en razón de su mayor o menor cercanía de Roma, extendiéndose el limes divisorio desde el Sur de Cartagena a los montes de la sierra de Alcaraz, en la zona conocida como Saltus Castullonensis. Ahora bien, si se tiene en cuenta que la historia de esas provincias fue la historia misma de la conquista romana, es comprensible que ellas fueran ampliándo- 50 N. Santos, El ejército y la romanización de Galicia. Oviedo, 1988, p. 99. 51 D'ORS, "La evidencia epigráfica de la Galicia romana", cit., p. 126. 52 ERNOUT-MEILLET, Dictionnaire étimologique de la langue latine. Histoire des mots 1 (París, 1959) s. v. provincia, p. 542: "chargue confiée á un magistrat" especialmente "administration d'un territoi re conquis", de donde procede, por derivación, el significado territorial administrativo de provincia. Por otra parte, en el lenguaje común adquiere el sentido general de cargo, función o misión [Cfr. CHAPOT, s. v. provincia, en DS 4, p. 716 ss.]. LEWIS-SHORT. A Latin Dictionary (Oxford, 1879) s. v. provincia, p. 1481: "a territory out of Italy, acquiered by Romans (chielfy by conquest) and brought under Roman goverment". En CIL,8, 841, aparece la siguiente definición de provincia: "provinciae appellantur, quod populus Romanus eus provicit, id est, ante vincit". Abundan en lo mismo DE RUGGIERO, s. v. "provincia", en Dizionario epi grafico di antichitá romana SEVERINI, s. v. "provincia", en Nuevo Digesto Italiano (ed.) D'Amelio (1937 1940), STEVENSON, s. v. "provincia", en The Oxford Classical Dictionary, BERGER, s. V. "provincia", en Encyclopedic Dictionay ofRoman Law (Filadelfia, 1953). 53 Liv. 3, 4, 7: Bellum inde haud dubium haberi. Sp. Furius consulum alter, cui ea provincia evene rat, profectus in Aequos, Hernicorum in agro populabundum hostem invenit. 54 Cfr. HALGAN, Essai sur l'administration des provinces senatoriales (París, 1898); MOMMSEN, Die Provinzen von Caesar bis Diokletian 6"(Berlín, 1909); ARNOLD, The System of Provintial Administration 3 (Londres, 1914), FALLETTI, Evolution de la jurisdiction civile du magistrat provintial sous le Haut Empire (París, 1926); EVERTON Roman Provintial Administration till the Age ofAntonines 2 (Oxford, 1941). 713 Luis Rodríguez-Ennes se progresivamente hasta incluir la Citerior la totalidad de la costa mediterránea y el norte de España, mientras que la Ulterior daba cabida a la parte meridional y a los terri torios de Occidente 55 ? Así pues, en un sentido inequívoco, España y, por ende, Galicia fue una creación de Roma 56 ? Las dos provinciae -Citerior y Ulterior -que, desde el año 197 a. C. determinarían el marco institucional de los dos magistrados romanos envia dos a la Península- se contarían entre las primeras zonas ultramarinas en ser designadas de esa forma de un modo permanente. Los únicos ejemplos de provinciae ultramarinas anteriores a Hispania fueron Sicilia y las islas de Córcega y Cerdeña -que formaban una sola provincia. Así las cosas, desde el 218 a. C., en que tuvo lugar el desembarco del ejército romano en Ampurias que inicia la presencia de roma en Hispania, hasta el 19 a. C. en que Augusto sometió definitivamente a cántabros, astures y galaicos, transcurrieron los siglos de lenta conquista, entre incesantes guerras y rebeliones, lo que determinaría desde el principio el diverso grado de romanización existente en unas y otras regiones. Las tierras andaluzas llevaban casi dos siglos de vida pacífica bajo el influjo romano, cuando Augusto en persona y sus propios legados pugnan por reprimir los últimos levantamientos de los pueblos del Norte. Al fin la Península quedó convertida en pro vincia pacificada (provincia pacata). Hay lógica en el desnivel de la romanización y, como resultado, una gran diferencia de orientación frente a Roma. Los habitantes del Sur, de la costa oriental y del valle del Ebro, acostumbrados desde siempre a domina ciones extranjeras, habían visto, desde el año 218 a. C., multitudes de soldados itálicos con barniz romano-helenístico, junto a traficantes, artesanos, comerciantes y aventure ros; los habían visto, conocido y aguantado y, con más o menos gusto, aceptado. Todos estos y sus hijos seguidos por olas y olas de inmigrantes y, finalmente, los veteranos asentados hasta las últimas guerras civiles, eran privilegiados jurídicamente, cultural mente y, en primer lugar, hablando el idioma de los conquistadores. En las zonas del Sur y del Este, favorecidas por la naturaleza y abiertas al mundo, esta gente formaba un sus trato de población, seguramente una minoría, cuya lealtad y aceptación hacia Roma es indudable y cuya potencia multiplicadora de la romanización no es difícil de sobreesti mar; teniendo en cuenta eso y su mezcla con las élites indígenas se entiende perfecta mente que Estrabón y sus fuentes veían nada más que togati hablando en latín, sin ente rarse de otra realidad demográfica y sociológica. La mayoría de los "nuevos" hispanos disponían de unas culturas vastísimas que no vivían según la moda italo-helenística 57 ? Hay que hacer notar, en lógico corolario de lo antedicho, que las distintas regio nes hispánicas no presentan uniformidad en punto a la asimilación y afianzamiento del proceso romanizador sino que, muy al contrario, se hacen ostensibles las peculiariades 55. Vid., por todos, ESCUDERO, Curso de Historia del Derecho 1 (Madrid, 1985) p. 131 ss., con bibliografía. 56 Como acertadamente apunta RICHARDSON: Si alguna vez la Península ha sido algo más que una mera unidad geográfica, fueron los romanos los primeros en conseguirlo. Para los griegos que a partir del siglo VI a. C., establecieron algunas colonias en la costa mediterránea de Cataluña y quizá también más al sur, el nombre de Iberia que dieron a la Península, no comportaba la idea de un todo nacional o administra tivo. Estrabón, en el siglo I d. C. observaba que tal denominación había sido conferida a varias zonas dis tintas [4, 4, 19]. Como ocurrió con Italia, la aparición de una entidad que en cualquier caso se corresponde ría con la España de la historia europea de épocas posteriores, fue fruto de la actividad de los romanos en la zona. Incluso en los albores del siglo XXI, durante los cuales muchas de las fuerzas políticas presentes en la propia España -por no aludir a un Portugal independiente desde hace ochocientos años -nos hablarían de la debilidad del conjunto, cabe observar que las diferentes lenguas habladas hoy en día en las regiones y pro vincias de la España moderna y en Portugal, a excepción del vascuence, derivan todas ellas del latín y nin guna -salvo la mencionada anteriormente- muestra una relación sustancial con las lenguas habladas en la Península antes de la llegada de los romanos [Cfr. Hispania y los romanos. Historia de España, 11 (Madrid, 1998) p. 10]. 57 KOCH, "La cara doble de la pax romana in hispanis", en Hispania romana, cit. p. 88 ss. 714 Anuario da Facultade de Dereito correspondientes a cada una de ellas, lo que obedece a diversas causas: las característi cas geográficas propias de cada región, la organización económica igualmente distinta y, por último, la heterogeneidad de la población peninsular ibérica y, a consecuencia de ello, también la de los diferentes grupos étnicos o pueblos prerromanos asentados en cada una de las áreas territoriales romanas 58 ? Así las cosas, el grado de variación es par ticularmente evidente en los diferentes "modelos" de romanización encontrados en la Península Ibérica. La faja costera del Este y del Sureste resultó ser las más enteramen te asimilada por tres razones: la fecha primitiva de su incorporación al mundo romano, su previa relación con las civilizaciones fenicia y griega -que tendieron un puente para la transición a la cultura romana- y el entusiasmo de los mercaderes, colonos y empre sarios romanos por el potencial económico lucrativo y el acogedor clima mediterráneo de estas zonas. Las regiones limítrofes con estas costeras -el valle del Ebro, la Meseta Sur y Portugal al Sur del Tajo- fueron menos atractivas para estos catalizadores de romanización, y más al Norte y al Oeste el nivel de asimilación va declinando consi guientemente 59 ? En consecuencia, Gallaecia, Asturia y Cantabria únicamente llegaron a estar medianamente romanizadas en una época ya bien avanzada del Imperio (media dos o finales del siglo II d. C.) prolongándose al mismo tiempo en dichos territorios la pervivencia de una gran parte de los elementos propios de la organización indígena anterior 60 ? La bajísima romanización del N. O. queda bien patente en los castros con su casi total ausencia de terra sigilata y de monedas, hasta el Bajo Imperio, lo que indica a juicio de Blázquez 61 , un "comercio pobrísimo en el exterior y la no generalización de la economía de intercambio monetario". Pervivió en general el género de vida descrito por Estrabón (111, 3, 7) a comienzos del Imperio, de que en lugar de moneda practican el intercambio de especies o dan pequeñas láminas recortadas de plata. De una manera general, se puede afirmar que el Estado romano en cuanto tal no tratará de implantar a rajatabla sus propias instituciones mediante métodos violentos sino que sus objetivos estuvieron encaminados a respetar las instituciones peculiares de cada grupo étnico o población hispana a condición de que éstos reconocieran su supre macía y se comprometieran a pagar puntualmente los tributos que se le habían asigna do. Debido a este respeto puesto de manifiesto en el caso de las organizaciones propias de los pueblos peninsulares, el proceso de transformación que estamos analizando no se operó de manera repentina ni afectó por igual a todas las poblaciones, regiones y cen tros urbanos de Hispania, sino que se convirtió en una penetración lenta y paulatina en la que algunos de sus elementos -lengua, costumbres y religión- tardarían en introdu cirse 62 , mientras que otros lo harán de forma más rápida e intensa, de acuerdo con la pre disposición de cada una de las regiones hispanas. Así, la gigantesca colonización de gentes itálicas que venían a la Península a arrendar los cotos mineros -de las que nos habla Diodoro Sícul0 63 y que se enriquecían rapidisimamente mezclándose con la pobla ción indígena provocó la rápida romanización de todo el Levante y el Sur peninsulares. Por contra, nada de esta colonización se dio en el Noroeste hispánico. La no presencia de colonos en Gallaecia, en función de las explotaciones mineras, trajo consigo el que los mercaderes, que fueron igualmente un vehículo importante de romanización no estuvieran en gran cantidad, interesados en traficar aquí salvo excepciones como los 58 VIGIL, Historia de España Alfaguara, 1, Edad Antigua 2 (Madrid, 1975) p. 271. 59 CURCHIN, España romana, cit., p. 79. 60 Sobre estos aspectos nos remitimos a VIGIL, "Romanización y permanencia de estructuras socia les indígenas en la España septentrional", en BRAH 152 (1963) p. 225 ss.=Conflicto y estructuras sociales en la Hispania Antigua (Madrid, 1976) p. 129 ss. 61 BLÁZQUEZ, España romana (Madrid, 1996) p. 129. 62 GARCÍA y BELLIDO, "La latinización de Hispania", en AEA 40 (1967) p. 3 ss. 63 Diod. 5. 35. 38. 715 Luis Rodríguez-Ennes cives romani qui negotiantur Bracaraugusta 64 en tiempos de Tiberio. A este hecho se añade la ausencia de asentamientos de colonos romanos que explotasen el campo, que son también los responsables de la rápida romanización del Levante y del Sur de Hispania. La razón estribó en que no interesaron a Roma como zona de asentamiento de veteranos las tierras situadas en la Meseta y el Norte del Tajo por su baja producción cerealista, comparadas con las ricas vegas del Guadiana, Guadalquivir, Ebro y Levante, que es donde casi exclusivamente se asentaron las colonias hasta el final de Augusto, pues los colonos -obviamente- buscaban territorios extremadamente fértiles. 2.2. Política urbana y demográfica. La civilización romana fue, como la griega, de carácter eminentemente urbano. Cierto es que hubo en el Imperio vastos territorios que vivieron un tanto al margen de ese espíritu ciudadano (Egipto, Siria, Tracia), pero ello mismo condicionó su menor romanización, patente en cambio en otras zonas geográficas y, concretamente, en el Occidente europeo. Por lo que hace al N. O.. Peninsular, Agripa, en el año 19, tras derrotar a los cántabros, astures y galaicos obliga a la población no cautiva de guerra a establecerse en el llan0 65 , con la finalidad doble de superar las causas promotoras del bandolerismo existente entre los grupos sociales indígenas de la zona e insertar a los integrantes de estos pueblos en el marco de la superestructura administrativa romana. De ahí que les obligue a habitar en los emplazamientos castrenses que pasarían con el tiempo a convertirse en centros urbanos: los ejemplos más representativos al respecto son los de Asturica Augusta (Astorga), Bracara Augusta (Braga) y Lucus Augusti (Lugo), únicos poblamientos a los que cabe aplicar el concepto de civitas sin forzar las cosas 66 ? En los tres casos, la ciudad es una importación romana que no responde en nin gún lugar a la continuación de una tradición indígena. Con todo, es menester señalar que estas ciudades -salvo quizás Asturica Augusta- no constituyeron polos de gran atracción de los indígenas, ni influyeron poderosamente en el campo político, religioso, económico y social, ni desarrollaron una actividad municipal grande, como se despren de de la ausencia de inscripciones referentes a la vida municipa1 67 ? De las tres ciudades, Asturica, de importancia sin duda esencial en la reorgani zación y control del territorio tras la conquista, tiene un origen compamental probad0 68 ? Los epígrafes de la Legio VII Gemina hallados en la ciudad abogan en favor de ello. Su situación estratégica en los bordes de la Meseta la convertirán en nudo de comunicación y, posteriormente, en capital del Conventus Asturum 69 ? Las funciones urbanas de esta ciudad están fuera de dudas, sin embargo, la correspondencia de las mismas con una estructura urbanística regular es más difícil de precisar 70 ? Saludada por Plinio, con cier ta exageración como urbs magnifica, la ciudad debía su fundación a Augusto. Los datos 64 ALFÓLDY, Fasti Hispanienses (Wiesbaden, 1969) p. 67 ss. 65 Liv., 11,5. 66 Como ha apuntado FABRÉ: "el Noroeste no dio al Imperio figuras de primera fila para la admi nistración como senadores" [Cfr. "Le tisú urban dans le nord-ouest de la Península Ibérique", en Latomus 29 (1970) p. 314 ss.]. 67 SASTRE PRATS, Las formaciones sociales rurales de la "Asturia" romana (Madrid, 2001). P. 140. 68 Cfr. GARCÍA MARCOS-VIDAL ENCINAS, "Asturica Augusta: recientes investigaciones sobre su implantación y gesarrollo urbJlno", en VV. AA., Los finisterres atlánticos en la Antigüedad (Gijón, 1996) p. 135 ss.; GONZALEZ FERNANDEZ, "Consideraciones sobre el origen militar de Asturica Augusta", en ibid., p. 85 ss. 69 MAÑANES, Astorga romana y su entorno (Valladolid-Astorga, 1983) p. 30 ss. 70 FERNÁNDEZ OCHOA, "El impacto romano sobre el hábitat del Noroeste", en Actas del ler Congreso Peninsular de Historia Antigua 11 (Santiago, 1988) p. 354. 716 Anuario da Facultade de Dereito de que disponemos son insuficientes para determinar si la ciudad comenzó como una base legionaria para la conquista del N. O. o si era un asentamiento prerromano 71 ? Pero de lo que no cabe dudar es de que -de las tres ciudades- Asturica resultó ser desde muy temprano el punto de control fundamental del territorio noroccidental. Esto se debió, principalmente, a que en este punto quedó centralizada la gestión de todas las zonas mineras, estableciéndose allí la sede del procurator metallorum, que era el represen tante del fisco imperial y gobernaba exclusivamente el distrito minero, en el que tenía jurisdicción plena 72 , puesto que como hemos señalado anteriormente, desempeñó Plinio en el 73 73 ? No es de extrañar, por tanto, que poco a poco se conviertiese en el centro administrativo de toda la región, sobrepasando el ámbito de su conventus jurídico e interviniendo incluso en la gestión de otras civitates 74 ? Elemento indispensable de esta labor fue el trazado de vías de comunicación articuladas sobre estos tres puntos urba nos, de importancia estratégica para el control del territorio. El carácter de Asturica como centro neurálgico de la administración ha hecho que se la considre como "ciudad romana" más que "romanizada", donde "le milieu indigéne y est discret"75. Los testi monios epigráficos de esclavos y libertos dentro del Conventus Asturum. se concentran fundamentalmente en Asturica. Esta fue, con diferencia, la principal ciudad del N. O. durante el Alto Imperio y constituyó, por ende, un foco de concentración de los contin gentes de población desplazados desde áreas romanizadas hasta este lugar periférico, a los que la ciudad ofrecía el marco socioeconómico urbano al que estaban acostumbra dos. Las características de Asturica son, por tanto, excepcionales en el contexto noroc cidental y, en vista de ello, no son de extrañar afirmaciones como que esta ciudad ofre ce "un modelo de implantación esclavista análogo al de muchas ciudades romanas del Sur y del Este peninsular, y, por lo mismo, muy atípico si se compara con otras ciuda des noroccidentales"76. El origen de Lucus Augusti y Bracara Augusta fue muy distinto. Parece que Lucus Augusti no tuvo un origen campamental, dada la ausencia de una morfología cas trense en su diseño urbano 77 ? Su fundación se vincula a la existencia en el altozano donde luego se establece la ciudad, de un lugar de carácter religioso -una especie de centro o santuario prerromano- como parece demostrarlo la raíz Lug del topónimo, refe rida a una divinidad 78 . Los romanos aprovechan este carácter centralizador del santua rio indígena y fundan allí la ciudad, cuyos cometidos administrativos y religiosos se tes timonian tempranamente79. 71 Plin. N. H. 3, 28: Asturica urbe magnifica. 72 MAÑANES, Astorga romana, ci1., p. 10-11. 73 Acerca de la procuratela, vid. la n1. 19. Por su parte, Plinio el Joven, sobrino e hijo adoptivo del naturalista, menciona este hecho en la breve descripción que hace de su carrera (Ep. 3, 3, 17: cum procura ret in Hispania). Cfr., además, LE ROUX, L'armée romailJe et l'organisation des provinces ibériques d'Auguste á l'invasion de 409 (París, 1982) p. 84 ss.; ROLDAN, "Ejército y poblamiento en el Norte de la Península Ibérica bajo dominio romano", en Memorias de Historia Antigua 6 (1984) p. 70 ss. 74 Como Lucus Augusti [Cfr. "Lucus Augusti capitale administrative aut Au1.-Empire", en Actas del Coloquio sobre el Bimilenario de Lugo (Lugo, 1977) p. 83 ss.]. 75 Cfr. TRANOY, "Remarques sur la permanence et las mutations dans la Galice antique: e role des villes", en 11 Seminario de Arqueología del Noroeste (Madrid, 1983), p. 201. 76 MANGAS, "Esclavos y libertos en Asturica Augusta", en VV.AA. Esclavos y semilibres en la Antigüedad (Madrid, 1989) p. 219. 77 RODRÍGUEZ COLMENERO, "La integración de la Gallaecia en los dominios romanos: fases de suconq~ista",en VV. AA., Lucus Augusti. 1. El amanecer de una ciudad (A Coruña, 1996) p. 245 ss. Con todo, ROLDAN, sigue repitiendo a la idea del origen campamental (Cfr. "Ejército y poblamiento", cit., p. 72). 78 Cfr. TOVAR"El Dios céltico Lugu en España", en La Religión romana en España (Madrid, 1981) p. 277 ss. 79 LE ROUX, "Lucus Augusti", ci1., p. 83. 717 Luis Rodríguez-Ennes La Fundación de Bracara, por su parte, responde a una estrategia nueva de explotación económica de la región del N. O. portugués 80 ? Capital del Conventus Bracarum creada por Augusto hacia el 16-15 en calidade de oppidum 81 en el corazón del territorio de los bracari 82 , aunque su poblamiento prerromano es dudos0 83 ? De admitirse esta fecha, su erección, junto con la de las otras dos capitales conventuales, estaría relacionada con las medidas señaladas en el recientemente hallado Edicto del Bierzo 84 ? En los siglos I y II d. C. la epigrafía refleja una población mayoritariamente indígena, procedente de diversos castella. Durante la época flavia adquirió la catego ría de municipium y algunos indígenas se inscribieron en la tribu Quirina, aunque en general la promoción de la población autóctona fue escasa 85 ? Para Sastre 86 parecería que más bien funcionó como una civitas definida por su papel de centro fiscal y adminis trativo de una serie de poblaciones dispersas y como punto de referencia para las rela ciones con otras poblaciones y eje de su romanización. El caso de Bracara es el más interesante y problemático en este sentido. Los estudios sobre el desarrollo urbano del Noroeste coinciden al considerar que esta ciudad y, posteriormente, ella junto con Aquae Flaviae se convierten en centros principales de una región claramente integra da en tomo a ellos 87 ? Estas investigaciones dan a entender que la actividad urbana se proyecta sobre el mundo rural integrándolo, de modo que ciudad y campo se convierten en una rea lidad homogénea. Como lugares de mercado, centros de justicia y de administración, estas ciudades siempre según estos autores, están en permanente relación con los habitantes de las comunidades campesinas. Por ello las ciudades juegan un papel esencial en la introducción de un nuevo tipo de organización social, la romana 88 , que se rige fundamentalmente por la idea de ciudadanía, en torno a la cual surge un cuer po social nuevo, marcado por dos distinciones básicas: ciudadano-no ciudadano, libre-esclavo. En la ciudad, las aristocracias indígenas encuentran un marco ideal de expansión y se encuadran rápidamente en los nuevos esquemas jurídicos y sociales, pasando además a controlar las actividades económicas 89 ? En este esquema Bracara pasa por ser el punto más perfecto de la simbiosis tradición indígena-modernidad romana, como fuente de romanización política, social, económica y cultural de sus 80 MARTINS, O povoamento protohistórico e a romanizafao do curso médo do río Cádavo (Braga, 1995) p. 220. 81 Según Plinio, N. H. 4, 112. Para LE ROUX, oppidum es un término usado para designar un núcleo urbano [Cfr. "Las ciudades de Gallaecia romana durante el Alto Imperio", en Gerión 14 (1996) p. 366]. 82 Ptlomeo (2, 6, 38) sitúa Bracara Augusta muy al norte, dentro de los Callaici Bracares, junto al Miño, casi en contacto con los lucenses. Se trata de un importante centro de comunicaciones en el Itinerario Antonino desde Olisipo hacia Asturica [Cfr. TOVAR, Iberische Landeskunde, 11. Los pueblos y las ciudades de la antigua Hispania, 111, Tarraconensis (Baden-Baden, 1989) p. 310] Y hacia el norte del Conventus Lucensis por varios recorridos. 83 PLÁCIDO SUÁREZ, "La estructuración territorial y étnica del conventus bracarensis", en Minius. Revista del Departamento de Historia, Arte y Arqueología 10 (Ourense, 2002) p. 116. Con todo, en su opi nión "en la periferia de la zona urbana actual se encuentran los restos del Castrum Maximum prerromano". 84 OREJAS et alii, "El Edicto de Augusto del Bierzo y la primera organización romana del Noroeste peninsular", en El Edicto del Bierzo, Augusto y el Noroeste de Hispania (Ponferrada, 2000) p. 63.112. 85 SASTRE, "Las formaciones sociales", cit., p. 14l. 86Ibid. 87 LE ROUX-TRANOY, "Rome et les indigénes dans le nord-ouest de la Péninsule Ibérique. Problemes d'épigraphie et d'histoire", en Mélanges de la Casa de Velásquez 9 (Madrid, 1973) p. 201 ss.; MARTINS, "A cidade como elemento romanizador: o exemplo de Bracara Augusta", en VV.AA. A cidade e o mundo: romanización y cambio social (Xinzo de Limia, 1996) p. 181-202. 88 TRANOY, "Remarques sur le permanence et las mutations dans la Galice antique: le role des villes", en 11 Seminario de Arqueología del Noroeste (Madrid, 1983) p. 20l. 89 MARTINS, loco cit. en nt. 87, p. 190. 718 Anuario da Facultade de Dereito áreas rurales 90 . Incluso se llega a hablar de "proceso de urbanización del medio rural caracterizado por los villa y aedificia 91 ? Esto, unido a la difusión de formas de expresión religiosa, artística, lingüística y de modos de vida romanos permite hablar de una auténtica romanización basada en la ciudad. También se ha reivindicado para Lugo un carácter de auténtica ciudad romani zada y foco de romanización. No sólo se afirma que "il n'y a pas d'opposition entre Braga en Lugo et les campagnes qui le entourent"92, sino que Le Roux dedicó todo un trabajo a demostrar que Lugo "exprime l'épanouissement d'une capitale parfaitement adaptée au modele urbaine imposé para la civilisation romaine"93, cuya epigrafía refle ja una estratificación social típicamente romana y unos desplazamientos importantes desde el campo a la ciudad. Pese a reivindicar un alto grado de romanización para estas zonas del Noroeste, las investigaciones más recientes terminan reconociendo que la participación en la vida ciudadana está limitada a las clases dominantes romanizadas. De ahí cabe inferir un radical divorcio entre el mundo urbano y romanizado y la gran masa de población que vive ajena a esa romanización, manteniendo sus ancestrales costumbres y formas de vida en el ámbito rura1 94 . A mayor abundamiento, la propia denominación de dos de los conventus parece basarse más bien en comunidades de carácter local no urbanizadas. En efecto, de los tres mencionados por Plinio en N. H. 3 1, 18, dos -el Asturum y el Bracarum- llevan el nombre no de la ciudad en que se hallaba el convento, sino el de la tribu más importante de la zona 95 . El otro, el Conventus Lucensis, es nominado por una ciudad -Lucus Augusti- como todos los demás de ésta y de las otras dos provincias his panas 96 ? Este hecho sugiere desde luego que Plinio o su fuente reconocían en el Conventus Asturum y en el Bracarum un nivel inferior de urbanización, al menos por lo que a estas dos comarcas se refiere. Pero, además, el texto pliniano, al hablar del número de hombres libres que había en el N. O. de la Hispania Citerior, nos ofrece las cifras correspondientes a los tres con ventus galaicos: 240.000 al Asturum, 166.000 al Lucensis y 285.000 al Bracarum 97 Este texto plantea varios puntos de interés. En primer lugar, es la única zona en la que se efectúa este recuento exhaustivo de populi, civitates y personas. Para Orejas y Sastre 98 , el motivo puede ser simplemente el hecho de que bajo el gobierno de Plinio en la Citerior, se realizase un censo en la zona que él recoge 99 . Para referirse al número de 90 La situación central de Bracara hizo de ella el lógico centro comercial y administrativo de la región del Miño y, todavía en el siglo IV, Al!.sonio, Urbe 13, pudo decir: "rica Brácara que domina la entra da del mar" [Cfr., sobre esto texto: ALARCAO, Roman Portugal 2 (Warminster, 1988] p. 10-12 91 MARTINS, "A cidade como elemento romanizador", cit., p. 192. 92 TRANOY, loco cit. en nt. 88. 93 LE ROUX, Lucus Augusti, cit., p. 99. 94 SASTRE, "Las formaciones sociales", cit., p. 142, con bibliografía. 95 Plin., N. H. 3, 1,2,28: Iunguntur iis Asturum XXII populi divisi in Augustanos et Transmontanos (. .. ) Simili modo Bracarum XXIII civitates (oo.) ex quibus praeter ipsos Bracaros Bibali, Coelerni, Callaeci, Equaesi, Limici, Querquerni citra fastidium nominentur. 96 Ibid.: Lucensis conventus populorum est sedecim, praeter Celticos et Lemanos ignobilium ac babarae appellationis. 97 Ibid.: Asturum (. .. ) numerus omnis multitudinis ad CCXL Liberorum capitum (. .. ) Lucensis con ventum (. .. ) liberorum capitumferme CLXVI (. .. ) Bracarum (. .. ) CCLXXXV capitum. 98 OREJAS Y SASTRE, "Piscalité et organisation du territoire dans le Nord-Oueste de la Péninsule Ibérique: civitates tribut et ager mensura comprehensus", en Dialogues d'Histoire Ancienne 25, 1 (1999) p. 159-198. 99 Con todo, pra RICHARDSON, los datos están tomados del censo realizado por Q. Vibio Crispo con la ayuda de Sexto Atilio Suburano hacia el año 70 d. C. (Cfr. Hispania y los romanos, cit., p. 190). 719 Luis Rodríguez-Ennes habitantes usa la expresión (numerus) liberorum capitum y la cifra permite suponer que se trataba de un recuento del total de habitantes libres del Noroeste y no únicamente de varones adultos. Estamos en presencia de un censo completo, justamente porque no es un censo ciudadano; lo que interesa realizar es un censo en el sentido de "inventario", que haga posible la estimación del tributo a imponer, paralelo al registro del territorio de la civitas. Sin entrar ahora en el problema de los censos en época imperial, sí hay que mencionar que ciertas formas de expresión de datos censales, como la de Plinio, pare cen reflejar el papel de las comunidades como unidades fiscales en territorios no ciuda danos. De acuerdo con este punto de vista, el censo no ciudadano detallado era irrele vante para Roma, que dejaba ese asunto en manos de autoridades locales, bastaba un censo que permitiese responder a las exigencias de Roma sobre la comunidad. Esto resulta coherente con la idea de la comunidad como unidad fiscal-tantas personas divi didas en tantas civitates-. Del mismo modo que a Roma sólo le importa conocer el glo bal del suelo por el que la comunidad tributa, lo que realmente le interesa es conocer el número de ciudades sobre las que recaen las cargas fiscales y el montante general de población vinculada a cada comunidad lOo ? 2.3. La reforma provincial de Augusto. Al concluir en tiempos de Augusto las guerras en el norte peninsular y lograrse la paz total, los territorios de las provincias cantábricas fueron adscritos a donde proce dían los ejércitos que allí habían actuado. De esta forma, la provincia Citerior incorpo ró a los cántabros, mientras astures y galaicos pasaron a depender de la Ulterior o Lusitania lOl ? De esta manera, en el año 27 a. C. tendrá lugar la división de Hispania en tres provincias distintas: la Bética, sin tropas y en manos del Senado y la Citerior Tarraconensis y Lusitania, que pasarán a estar bajo control imperial y contarán con sus respectivas unidades militares en sus territorios102. Como consecuencia de ello nacerá una nueva provincia, Lusitania, por segregación de la Ulterior. El río Sella constituirá su límite con la Hispania Citerior Tarraconensis 103 y, por ende, Lusitania abarcará en su territorio a Asturia y Gallaecia, según se infiere de la Naturalis Historia pliniana 104 ? Con todo, el límite con la Citerior ha sido objeto de debate 105 ? El motivo más destacado de la nueva reorganización provincial fue de índole militar, consistente en el hecho de poder disponer de dos ejércitos de maniobra en otros tantos frentes militares, aunque ambos dependieran en última instancia de Augusto 106 ? El fundamento de esta adscrip ción de Asturia y Gallaecia a Lusitania se encuentra en el desarrollo de los aconteci mientos bélicos según apuntaba ya Schulten 107 ? A estas causas de carácter militar hay 100 SA.STRE, "Las formaciones sociales", cit., p. 116, a quien seguimos fundamentalmente en este punto. 101 Sobre el tema: VAN NOSTRAND, "The Reorganization of Spain by Augustus", en University of California. Publications in History, IV, 2 (1916) p. 83 ss.; MILLAR, "The Emperor, the Senate and the Provinces", en JRS 56 (1966) p. 156 ss. 102 Para Cass. Dio, 53, 12, estas últimas -la Citerior y Lusitania- permanecían en poder de Augusto porque eran "las más importantes, las que estaban poco seguras y expuestas a los peligros". 103 J. M. GONZÁLEZ, "Función divisoria del río Sella en la Antigüedad", en Valdediós (1970) p. 39 ss. 104 Plin. N. H. 4, 118: Lusitania cum Asturia et Gallaecia patere... Agrippa prodidit. 105 Bibliografía al respecto en N. SANTOS, El ejército, cit., p. 55-56. 106 En este sentido se manifiesta sin ambages HARMAND cuando señala: "la Lusitanie, qu'avoisi nait au nord la terrible Gallécie, cette redoute ultime de l'independance ibérique, objet d'une ofensive immi nente de la part des légions, etait destinée á devenir -un certain temps tout au moins -un terrain militaire" [Cfr. L'Occident romain. Gaule-Espagne-Bretagne-Afrique du Nord (31 a. C.-235 d. C.) (París, 1960) p. 121]. 107 SCHULTEN, Los cántabros y astures y su guerra con Roma 2 (Madrid, 1963) p. 240 ss. 720 Anuario da Facultade de Dereito que añadir otras administrativas, dado que Roma en estos momentos dominaba prácti camente toda la Península Ibérica, mientras que cuando se realizó la división provincial del 197 a. C. únicamente estaban anexionadas la región meridional hispana y el litoral levantino. El esquema heredado de Augusto con las tres provincias hispánicas de la Citerior, Betica y Lusitania persistió durante los dos primeros siglos de nuestra era, con ligeros reajustes derivados de la pax octaviana, como parece confirmar una vez más el testimonio de Plinio que alude a la segregación de Lusitania de astures y galaicos, fijan do el nuevo limes provincial en el río Duero108. La fecha más probable según Sánchez Albornoz oscila entre los años 7 y 2 a. C. 109 ; para ello se basa en una inscripción de Lucus Augusti, merced a la cual se deduce que dicho núcleo de población pertenecía en el año 2 a. C. a Hispania Citerior 11O ? Para el ilustre historiador -con el que coinciden Schulten l11 y Albertini l12 - los reajustes territoriales llevados a cabo en las fronteras nor doccidental y suroccidental de la provincia Tarraconense con Lusitania y Betica tendrí an por objeto concentrar todas las regiones inseguras de Hispania bajo el control direc to del legado consular de la Citerior, es decir, por un lado la zona montañosa que se extiende por el valle alto del Guadalquivir y, por otro, la de Asturia y Gallaecia, de dudosa fidelidad, puesto que el resto del territorio de la provincia de Lusitania, empla zado al Sur del Duero, se hallaba pacificado, al igual que el de Betica l13 ? En definitiva, la nueva reorganización de las provincias hispanas respondería a los mismos principios que la realizada en el año 27 a. C., la unidad de mando, haciendo depender del gober nador de la Tarraconense a las poblaciones galaicas, astures y cántabros, que por su ruralidad y apartamiento suponían un peligro para el Imperio romano l14 ? 2.4. La Hispania Nova Citerior Antoniniana. Desde el principado de Augusto hasta comienzos del siglo 111 hubo, sin ningún género de dudas sólo tres provincias hispanas: la Hispania Citerior, la Lusitania y la Betica. Los autores antiguos como Estrabón l15 , Pomponio Mela l16 , Plinio l17 y Ptolomeo l18 , describen estas provincias de manera exhaustiva o, cuando menos, las enu- 108 Plin., N. H. 4, 112-113: Durius (oo.) disterminatis ab Asturia Vettonibus, a Lusitania Gallaecis, ibi quoque Turdulos a Bracaris arcensoo. A Durio Lusitania incipit. HARMAND, analizando este texto cree que la modificación de las circunscripciones provinciales fue doble: por una parte se ampliaría el territorio de la Tarraconense o Citerior hasta el extremo nordoccidental de Galicia, correspondiente hasta entonces a Lusitania, y que englobaría a galaicos y astures, abarcando por consiguiente la región de Bracara, y por otro se desplazaría hasta el Oeste del límite de la Bética, anexionándose la zona oriental de Sierra Morena Acci y los territorios denominados saltus (Cfr. loco cit. en nt. 106 p. 123). 109 SÁNCHEZ ALBORNOZ, "Divisiones tribales y administrativas del solar del reino de Asturias en época romana", en El reino de Asturias 1 (Oviedo, 1972) p. 88. 110 CIL, 2, 258: CaesarilPaulus FabiuslMaxumuslleg(atus) Caesaris. En cualquier caso este legado de rango consular, no gobernó nunca Lusitania, regida a lo largo de toda su historia por pretores o propre tores. 111 SCHULTEN, Los cántabros y astures, cit, p 242. 112 ALBERTINI, Les divisions administratives de l'Espagne romaine (París, 1923) p. 36. 113 SÁNCHEZ ALBORNOZ, loco cit. en nt. 109. 114 LOMAS SALMONTE, Asturia prerromana y altoimperial (Sevilla, 1975) p. 142-143. 115 Strab., 3, 4, 20. 116 Mela., 2, 87 ss. 117 Plin., N. H. 3, 6 ss. 118 Pto!., Geogr. 2. 721 Luis Rodríguez-Ennes meran como hace Dión Casio l19 ? Los gobernadores y procuradores, el personal a su ser vicio, las curias locales y los cargos sacerdotales (jlamines) de esas tres provincias están atestiguados gracias a numerosas inscripciones de los siglos 1 y Ip 2 ü. Sucede al mismo tiempo que las fuentes del periodo de los Severos no dan el menor pie para imaginar que hubiese existido una cuarta provincia hispana junto a las tres citadas. Por si fuera poco el hecho de que la Península Ibérica estuvo dividida en las tres provincias men cionadas durante los primeros siglos del Imperio, según Alfoldyl21 se pone de manifies to muy a las claras en el término técnico Hispaniae tres, del que ofrecen paralelos los nombres de Tres Galliae y Tres Daciae, e incluso las denominaciones de Germaniae duae (Utraque Germania) y Duae Pannoniae (o bien Utraque Pannonia). Empero, a principios del siglo 111, probablemente el año 214 122 , el emperador Caracalla formó en la península una nueva provincia -la cuarta- denominada Hispania nova Citerior Antoniniana l23 ? Las razones de esta reforma administrativa parecen claras y se insertan en el contexto de la política de la dinastía severa. Ante todo, esta disposición imperial trataba de evitar la concentración de poderosos efecti vos militares en manos de los gobernadores provinciales; de ahí las particiones de Siria y Britania y, con mayor fundamento, de la Hispania Citerior que, con las fron teras fijadas por Augusto constituía la provincia más grande del Imperio y una de las de mayor riqueza metalífera. Debilitar el poder del legado de Hispania Citerior pudo haber sido, por tanto, uno de los grandes fines perseguidos por Caracalla al separar Gallaecia de la esfera de mando del gobernador de la Tarraconense l24 ; empero, a las consideraciones de política militar cabe añadir poderosas razones económicas. En este contexto creemos que es el que debe situarse la creación y efímera vida de la nova provincia por parte de Caracalla, quien buscaría como objetivo prioritario -ade más de estratégico- el de revitalizar las explotaciones auríferas del N.O. Por medio de una organización administrativa más compleja y a través de un control más directo sobre los diferentes distritos mineros en explotación125. Para Alfoldy, en la reforma provincial de Hispania jugaron posiblemente un papel decisivo las dificultades de comunicación entre Gallaecia y las regiones vecinas de la Hispania Citerior. A su jui cio, pareció mucho más ventajoso confiar a un funcionario imperial con residencia permanente en la zona la administración de justicia y la gestión económica de Gallaecia, aquella región tan distante l26 ? Esto resulta tanto más válido cuanto que en todo el imperio romano apenas se podía encontrar una provincia con una región que cayese tan a desmano de la capital -Tarraco- como en efecto era el caso de la Hispania Citerior con la inclusión de Gallaecia. 119 Cass. Dion, 53, 12, 4. 120 ALFOLDY, Fasti hispanienses, cit., p. 3 SS.; PFLAUM, Les procurateurs équestres, cit., III, 1047 ss. 121 ALFOLDY, Provincia Hispania Superior (A Coruña, 2002) p. 23, a quien seguimos básicamen- te en este punto. 122 Tal es la opinión de N. SANTOS,~.'Laprovincia Hispania Nova Citerior Antonianiana", en Brigantium 4 (1983) p. 47. Con todo, para ALFOLDY, ibid. p. 25 la fecha no puede ser datada con exacti tud dentro del gobierno unipersonal de Caracalla -entre la caída de Geta el 26 de diciembre del 211 y el ase sinato de Caracalla el 8 de abril del 217-. Empero, está bastante extendida la opinión de que la divisio de la Hispqnia Citerior tuvo lugar en el período 213-214 (Cfr. ALBERTINI, Divisions, cit., p. 77) aunque para ALFOLDY: "los puntos de apoyo que sustentan esta interpretación son ciertamente débiles". 123 En CIL 2, 2661 =ILS 1157 se constata que el senador C. Iulius Cerealis fue el primer gobernador de la nueva provincia: Co(n) s(ularis), leg(atus) Aug(usti) pr(o) pr(aetore) pr(ovinciae) H(ispaniae) n(ovae) c(iterioris) Anton(i)nianae post división(em) provinc(iae) primus ab eo missus. 124 LE ROUX, L'armée romaine, cit., p. 144 ss. 125 N. SANTOS YANGUAS, El ejército, cit., p. 93. 126 ALFOLDY, Provincia Hispania, cit., p. 48. 722 Anuario da Facultade de Dereito Así las cosas, sin embargo, la nova provincia tuvo una vida efímera como lo prueban testimonios epigráficos de su reincorporación a la Hispania Citerior hacia mediados del siglo Ilp27. Su pronta supresión y subsiguiente reincorporación bajo el mando único del legado propretor de la Hispania Citerior Tarraconensis et Gallaecia l28 , tuvo mucho que ver con la ausencia de resultados satisfactorios en este último intento por intensificar la producción de los yacimientos auríferos. Por otra parte, de todo ello se infiere que el nombre de Gallaecia relega con carácter definitivo al de Asturia que -hasta esa fecha- era el que designaba en primer lugar la procuratela del N. o. penin sular. La titulatura de Gallaecia obedecería, sobre todo, al hecho de que ésta había adquirido una preponderancia cada vez mayor sobre Asturia a lo largo de los decenios precedentes129. A modo de conclusión sobre este punto, cabe constatar que es posible, que a la muerte del último emperador de la dinastía de los Severos -Alejandro- la provincia Hispania Nova Citerior Antoniniana desapareciera para siempre como unidad adminis trativa independiente. 2.5 Epílogo: la provincia de Gallaecia. Al concluir el siglo 111, Diocleciano lleva a cabo una gran reorganización del Imperio presidida por el criterio de multiplicar las provincias y agruparlas bajo la dependencia de unidades más amplias llamadas "diócesis". El Imperio queda repartido en doce diócesis, dirigidas cada una por un vicario, con un total de ciento una provin cias130. El criterio general de subdividir las provincias afectó a Hispania l31 , y la Citerior o Tarraconense dio lugar a otras tres: la Tarraconense propiamente dicha, la Cartaginense y Gallaecia, que a partir de ese momento y hasta nuestros días adquiere sustantividad propia. La nueva provincia dioclecianea de Gallaecia aparece recogida como tal, entre las de la diocesis hispaniarum anotadas en la lista de Verona del 297 y en la referencia a Polemio Silvio del 385 132 . Para Gallaecia tenemos atestiguado en 298 un praeses, 127 En una inscripción de Tarraco, que pertenece a dicha etapa, vuelve a aparecer el viejo ténnino Hispaniae tres. Se trata de una inscripción del pedestal de una estatua con la que M. Bombius Rusticus v(ir) e (gregius), patr(onus) prov(inciae), advo(catusJ.fisci sacra(um) cogn(itionum) Hisp(aniarum) trium, era home najeado por el Senado local de la colonia de Tarraco [AE (1930), 148)]. El último rango mencionado lleva a la tercera centuria [PFLAUM, Carrieres, 111, p. 107)]; la paleografía difícilmente admitiría una datación ante rior a los años centrales del siglo 111. Con todo, algún autor aislado data la inscripción en la segunda mitad del siglo 111, sin mayores argumentos [Cfr. DEININGER, "Die Provinziallandtage der romischen Kaiserzeit von Augustus bis zum Ende des dritten Jahrhunderts n. Chr.", en Vestigia 6 (Munich, 1965) p. 128]. 128 Para N. SANTOS YANGUAS, El ejército, cit., p. 96 disponemos igualmente de un argumento nuevo a la hora de fijar la fecha post quam o final de la existencia de esta provincia: el cursus honorum de Rutilio Prudente, personaje que entre los años 238 y 241 desempeñaría el cargo de legado imperial propre tor de la provincia Hispania Citerior et Gallaecia [AE (1923) 102-103], lo que supone un restablecimiento de la unidad administrativa en la primitiva provincia Tarraconense. 129 [bid., p. 99. 130 ANDERSON, "The genesis of Diocletian'sprov~ntialadministration", en JRS 22 (1932). 131 Sobre la incidencia en Hispania de esta reestructuración administrativa, cfr. STROHEKER, "Spanien im spatromischen Reich (284-475)", en AEA 45-47 (1972-1974) p. 587 ss. La fecha en que ten dría lugar esta reorganización provincial parece que debe ser datada entre los años 284 y 288, puesto que en ese momento encontramos primero como gobernador de la Citerior a un personaje de rango senatorial con el título de legatus Augusti pro praetore, que sería reemplazado por un empresario del ordo equestre, vir cla rissimus, conocido con el calificativo de praeses Hispaniae Citerioris. Se trata de Postumio Lupercio [Cfr. CIL 2, 4104; sobre la inscripción vid.: CHASTAGNOL, "Les espagnols dans l'aristocratie gouvemamenta le á l'epoque de Théodosie", en Les empereurs romains d'Espagne (París, 1965) p. 271]. 132 JONES, The Later Roman Empire (284-602) (Oxford, 1984) p. 453. 723 Luis Rodríguez-Ennes Astasius Fortunatus, mencionado también en las Actas Marcelli 133 ? Con todo, Albertini 134 , señala que el más antiguo conocido es C. Sulpicius -315 a 318- opinión que también sustenta Chastagnol 13s . Es de todos conocida la muy parca fiabilidad histórica que merecen las Actas de los Mártires, calificadas sin ambages por Albrecht 136 como "un entramado exuberante de la fantasía novelística"; en consecuencia, el testimonio del Acta Marcelli carece de entidad para poder fijar una fecha de comienzo del gobierno de Gallaecia por un praeses. De todas formas convenimos con Arce 137 que la mención no contradice la información -esta vez más segura- que poseemos para otras provincias. Por lo que concierne a la delimitación de las fronteras de la nueva provincia de Gallaecia cabe anotar un primer problema ya que sus límites no parecen corresponder se con la suma de los tres conventus Asturum, Lucensis y Bracarum. A mayor abunda miento, tamaño interrogante no lo resuelven las fuentes epigráficas y documentales del siglo IV, sino, exclusivamente, referencias posteriores. Así, Orosio afirma en dos oca siones que cántabros y astures formaban parte de Gallaecia 138 y que la ciudad de Numancia estaba ubicada en el limes de la provincia 139 , en la zona de contacto entre vac ceos y cántabros, a los que -por otro lado- incluye, junto con los astures, en los límites montañosos del norte de la provincia 140 , referencia ésta que podría encajar con los lími tes tradicionales del Conventus asturicum 141 y que confirma su contemporánea Notitia Dignitatum al situar a fulobriga, población cantábrica, en los límites de Gallaecia 142 ? Teóricamente los límites meridionales deberían ser más fáciles de definir: el río Duero constituyó el limes de los conventus del Noroeste y se consolidó más tarde como la frontera de Gallaecia. Empero, una noticia del cronista Hydacio referente a que el emperador Teodosio nació en Cauca (Coca) en la Gallaecia 143 , equivale a situar ellími- 133 vv. AA., Jones, Matindale, Morris (eds.) The Prosopograpy ofthe Later Roman Empire (260- 395) (Cambridge, 1971). 134 ALBERTINI, Les divisions, ci1., p. 118. 135 CHASTAGNOL, "Les espagnols dans l'aristocratie", ci1., p. 279. 136 ALBRECHT, Historia de la Literatura Romana, trad. esp. Dulce Estefanía-Pociña Pérez, 11 (Barcelona, 1999) p. 1386. 137 ARCE, El último siglo de la España romana: 284-409 (Madrid, 1982) p. 40. 138 Oros., Adv. pag. 6, 21, 2: "Los cántabros y astures constituyen una parte de la provincia de Gallaecia, por la que se extiende hacia el Norte una prolongación de la cordillera pirenaica siguiendo de cerca al Océano". 139 Ibid. 5, 7, 2: Numantia... in capite Callaeciae sita, ultima Celtiberorum. Sobre el texto BALIL, "De Marco Aurelio a Constantino. Una introducción a la España del Bajo Imperio", en Hispania XXVII (1967) p. 292 ss. 140 Vid. la n1. 138. 141 Cfr. PABLO C. DÍAZ "Gallaecia: de reino suevo a provincia visigoda", en Galicia fai dous mil anos. O feito diferencial galego, 1, Historia (Santiago, 1997) p. 251 ss. 142 Not. Dig. occ., XLII, 30: "Igualmente, bajo el mando del magister militum se halla en Hispania, en la provincia de Gallaecia: el prefecto de la legión Séptima Gémina en León, el tribuno de la cohorte Segunda Flavia Pacatiana en Poetaonio; el tribuno de la cohorte Segunda Gálica en el campamento de la cohorte Gálica; el tribuno de la cohorte lucense en Lugo y el tribuno de la cohorte celtíbera en Brigantia en un principio y en la actualidad ¡ulobriga. [Sobre la Notitia Dignitatum vid. las ediciones de Bocking y Seeck (reimpresión de Frankfurt, 1962), que es la que sigo aquí]. Son especialmente importantes las conclusiones de Maier sobre este documento expresadas en "The Giesen, Parma and Piacenza codices of the Notitia Dignitatum with sorne related texts" en Latomus 27 (1968) p. 97, n1. 3; además HOFFMANN, "Das Spatromische Bewegungsherer und die Notitia Dignitatum", en Ephemeris Epigraphica (EE) 7 (1-11 Dusseldorf ,1969). Acerca de ¡ulobriga, cfr.: SOLANA, Los cántabros y la ciudad de ¡ulobriga (Santander, 1981). 143 Hyd., Chr. 2: Theodosius natione Spanus de provincia Gallaecia civitate Cauca a Gratiano Augustus appellatur. La mejor edición del texto hydaciano es la de R. W. Burgess, The Chronicle of Hydacius and the Consularia Constantinopolitana. Two contemporary accounts of the final years of the 724 Anuario da Facultade de Dereito te sur de la provincia extremadamente lejos. En efecto, si la Cauca mencionada es la Coca segoviana, entonces Gallaecia habría superado la frontera del Duero, por lo menos en la parte alta de s"u cuenca; según Casimiro Torres el río Eresma cerraría la pro vincia cara a la sierra de Avila, en lo que sería -con la prolongación del Duero- ellími te con la Lusitania; Somosierra y Guadarrama constituirían el borde hacia el sudeste en contacto con la Cartaginense 144 . Con todo, esta interpretación del texto hydaciano dista mucho de ser pacíficamente admitida. Para Albertini, uno de los más conspicuos exper tos en las divisiones administrativas de Hispania: "Hydacio utiliza de modo impreciso y abusivo el término Gallaecia al hablar de la patria de Teodosio"145. Otros, sin apenas argumentos, proponen la identificación de Cauca con localidades distintas a la sego viana 146 . Así las cosas, la inclusión de Gallaecia en el conventus cluniensis no concor daría en modo alguno con el ulterior desenvolvimiento de la Gallaecia tardoantigua tanto en el ámbito eclesiástico como en el político l47 . Por lo que hace al primero, las divisiones eclesiásticas posteriores constatan que la parte meridional de dicho conven tus fue integrada, sucesivamente, en las diócesis de Cartagena y de Toledo l48 ; por lo demás, el reino suevo consolidó sus límites orientales en lo que serían los confines del conventus Asturum, mientras que buena parte del que fuera el conventus cluniensis, en esencia el territorio de los campos palentinos, quedó en manos visigodas y fue incluido para su administración en la provincia Cartaginense y controlado directamente desde Toledo 149 . Roman Empire (Oxford, 1993) p. 69-123, con traducción al inglés, sin embargo en la numeración de los parágrafos hemos utilizado la de Mommsen, en la edición de los MGH aa XI, 13-36 (Crónica minora II) por ser la más popular y usual. Una edición con traducción al francés de TRANOY, Hydace, Chronique I. Introducción, texte critique, traduction; 11. Commentaire et index (París, 1974) no añade nada a las anterio res pero su introducción y comentarios ayudan a manejar la fuente. El origen galaico de Teodosio también es reseñado por el historiador Zósimo en 4,20. 144 C. TORRES, "Límites geográficos de Galicia en los siglos IV y V", en CEG 14 (1949) p. 367 383; ID., "La Galicia romana y la Galicia actual", en CEG 26 (1953) p. 371-3?5; I D.; "Notas sobre la Galicia romana", en CEG 40 (1958) p. 255-259. Abunda en la misma opinión, LOPEZ PEREIRA, "El pri mer despertar cultural de Galicia" (Santiago, 1989) p. 26. 145 ALBERTINI, Les divisions, cit., p. 121. 146 Así RABANAL ALONSO, que la identifica con Cacabelos, en el Bierzo [Cfr. "En torno a la patria de Teodosio el Grande", en HA 3 (1973) p. 311-317]; o CHAO ESPINA, con su ciudad natal de Vivero (Lugo) [Cfr. "Cauca, los Suevos y la advocación de San Martín en Vivero", en Bracara Augusta 29 (1975) p.43-59]. 147 Sobre los límites geográficos del conventus cluniensis: GARCÍA MERINO, Población y pobla miento en la Hispania romana. El conventus cluniense [Valladolid, 1975) p. 34 ss.]. 148 BALIL, "De Marco Aurelio a Constantino", cit., p. 298 ss. 149 Cfr. al respecto, P. C. DÍAZ, "La ocupación germánica del Valle del Duero: un ensayo interpre tativo", en HA 18 (1994) p. 475-476. 725